“Intergubernamentalidad y Universidades: pactos con la nueva ciudadanía post pandemia” por Cristian Quiroz Reyes

Autor: Cristian Quiroz Reyes

Programa Creasur, Universidad de Concepción. Chile

Vivimos una época de profundos cambios sociales, tecnológicos, culturales, políticos, entre otros. Algunas sociedades han presenciado esos cambios, mientras otras han sido sus protagonistas y promotores. Pero existe coincidencia sobre el contexto global de transformaciones y los desafíos que ello demanda tanto a los estados nacionales, subnacionales y sociedad civil para articular una nueva gobernanza, más democrática y participativa. Ahí radica, precisamente, un reto para las universidades: ¿cómo contribuir a la construcción de un puente efectivo para fortalecer el rol de la sociedad civil y su involucramiento en los asuntos públicos?, ¿cómo promover un Estado abierto, transparente y eficiente que promueva la cooperación y la intergubernamentalidad con los gobiernos subnacionales en pos de la equidad territorial y el desarrollo armónico?
La pandemia del COVID-19, además de generar la emergencia sanitaria global, gatilló un conjunto de innovaciones tecnológicas y de hábitos en la educación, trabajo, entre otros, en el uso de tecnologías que no fueron incorporadas por una decisión de política pública o por una preferencia individual, sino que fueron respuesta a una contingencia apremiante. Por otro lado, y previamente, en muchos países se desarrollaban movilizaciones ciudadanas que daban cuenta de agotamientos y cuestionamientos a modelos económicos y políticos. En el caso chileno el estallido social de octubre de 2019 se mantuvo latente hasta fines de marzo, cuando el gobierno tomó medidas sanitarias que impedían las manifestaciones callejeras. Entonces lo que se ha denominado como una nueva realidad o normalidad no es la actual necesariamente, sino tal vez es un escenario que está naciendo pero que aún no terminamos de conocer. Así, pasada la emergencia, el contexto y el mundo serán distintos. Los requerimientos ciudadanos también lo serán, las inversiones y prioridades públicas serán diferentes, los programas electorales y estilos de gobierno también tendrán que cambiar.
Los salones universitarios se han mudado a plataformas virtuales, en donde no siempre académicos, académicas y estudiantes estaban preparados para adaptarse, pese a la formación y competencias que creíamos nos hacía una sociedad tecnológica. Imaginemos entonces los desafíos que tendrá el resto de la sociedad, a veces con menos competencias y experiencias, para involucrarse en la nueva realidad. Nueva realidad no solo tecnológica y sanitaria, sino también valórica, que requerirá de las universidades un compromiso en la formación divulgativa, de extensión y transferencia tecnológica para que la ciudadanía global y local pueda comprender y apropiarse en profundidad los contenidos y significados de la nueva realidad que les corresponderá vivir.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

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“Conocimiento y transferencia” por José Luis Moreno Pestaña, Manuel de Pinedo García y Neftalí Villanueva Fernández

Autores: José Luis Moreno Pestaña, Manuel de Pinedo García y Neftalí Villanueva Fernández

Universidad de Granada

Tenemos varias experiencias importantes sobre transferencia de conocimiento. José Luis Moreno Pestaña publicó La cara oscura del capital erótico. Capitalización del cuerpo y trastornos alimentarios (Akal, 2ª edición). La obra estudiaba los vínculos entre exigencias corporales a las mujeres y trastornos alimentarios. La transferencia se desarrolló a través de dos reuniones con delegados y delegadas sindicales de Comisiones Obreras. En las reuniones se les pidió que interviniesen acerca de cómo afectaba su aspecto físico a su entrada, mantenimiento y promoción en el puesto de trabajo. Concluimos en la necesidad de realizar una guía sobre discriminación corporal en el trabajo. Neftalí Villanueva ha desarrollado un proyecto financiado con una Beca Leonardo (BBVA) sobre la incidencia de la presencia de desacuerdos cruzados (donde las partes conciben de formas muy diferentes la naturaleza de desacuerdo) en el debate público en el aumento de la polarización y el desarrollo de herramientas de detección temprana de dichos procesos. Junto a Manuel de Pinedo desarrolla en la actualidad un proyecto financiado con Fondos Feder en la misma línea, aunque la polarización que se estudia tiene que ver con las actitudes frente a la inmigración en lugar de frente a la organización territorial del Estado. Los tres han solicitado un proyecto al Plan Nacional para investigar conceptual, cualitativa y cuantitativamente la constitución de grupos de deliberación democrática por medio del sorteo y su impacto en la calidad del debate y en la disminución de la polarización. Han publicado artículos conjuntos en prensa sobre la relación entre el conocimiento experto y toma de decisiones políticas.

Problemas en la transferencia
Son de dos tipos. Uno, muy general, es el de adaptar el estilo académico a la recepción. Para lo que pudiera esperarse, los temas no planteaban ningún problema, incluso aquellos más vinculados con problemas específicamente filosóficos. El segundo problema es el de cómo casar la agenda de investigación científica con la agenda política de una organización. Temas que la investigación considera de interés y abiertos pueden chocar con valores asumidos por la  organización.

Conocimiento y distribución
José Luis Moreno ha planteado cuatro posibilidades en lo que toca a la relación entre conocimiento y participación democrática (Véase Retorno a Atenas. La democracia como principio antioligárquico, Madrid, Siglo XXI, 2019, 2 ª edición). Aplicadas a la experiencia con Comisiones Obreras:

  1. Por un lado, existe un conocimiento especializado que necesita procesos de adquisición muy intensos y prolongados en el tiempo. Solo la formación académica permite adquirirlo. La parte más teórica del libro es un ejemplo.
  2. Por otro lado, existe un conocimiento no especializado que puede distribuirse académicamente. Específicamente fue el conocimiento que emergió en mis debates con los delegados y delegadas sindicales.
  3. En tercer lugar, existe un conocimiento especializado que puede distribuirse sin procesos de formación ni muy intensos ni muy largos. En conjunto, este tipo explica parte de esta experiencia.

En fin, existe un conocimiento de fácil adquisición y que puede dominarse con la simple exposición práctica al mismo. La única barrera para adquirirlo es salvar las barreras que impiden a los individuos participar en ciertos espacios sociales. La transferencia consiste en ahorrarse el primer tipo de conocimiento y en concentrarse en el segundo y en el tercero. Por supuesto, el que hoy es un conocimiento difícil de adquirir puede ser mañana sencillo –el tipo 1 pasa al tipo 3 o incluso al 4. En la transferencia ganamos una enorme cantidad de conocimiento del segundo tipo.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

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“La universidad como red de espacios de innovación y aprendizaje” por David Cabrera Manzano

Autor: David Cabrera Manzano

Dr. Arquitecto y Urbanista.  Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio. Universidad de Granada

Trascendiendo la componente material o física de esta institución, la universidad constituye una entidad con un valor educativo y cultural, que corresponde integrar y potenciar a las propias ciudades. Por ello, un proyecto de universidad es también un proyecto de ciudad, y más especialmente para un caso como el de Granada.

Crear una ciudad universitaria de calidad significa, por tanto, crear una estructura urbana en la que la universidad pueda crecer y mejorar; por lo que es imprescindible resolver los principales problemas de la red estratégica de itinerarios y lugares singulares del territorio, conectando las diferentes zonas e iniciando la mejora del espacio urbano de proximidad local. Esto supone también:

  • Optimizar y hacer un mejor uso de los recursos que se tienen -físicos, económicos y sociales- con eficiencia, versatilidad, adaptabilidad, reutilización… como por ejemplo, el uso polivalente de espacios infrautilizados, como son los pasillos y espacios como los comedores universitarios, que podrían ser lugares de trabajo para grupos de estudio a diferentes horas, con una pequeña inversión de adaptación del acceso y organización temporal del espacio.
  • Atender y diversificar los espacios y entornos de aprendizaje (por cantidad o tamaño -individuos, grupos, multitudes-, por cualidad -espacio abierto, espacio cerrado-, acceso –público, reservado-…), las temáticas (exposiciones, conferencias, talleres, concursos, debates, asambleas, monólogos, entrevistas, performance…) reconociendo la acción de mejora sobre el entorno espacial como un detonante para cambio de hábitos y conductas.
  • Impulsar la creación de espacios confortables y alegres que faciliten el uso, la expresión y el respeto a los demás. La ciudad es un mensajero persistente de ideas y comportamientos, y puede ser soporte o plataforma de sugerencias e invitaciones para una urbanidad positiva, al reforzar valores cívicos de cuidado (con diseño saludable, diversidad de usuarios, sacando a la gente a la calle, como dispositivo de igualdad…). La mejora en el diseño urbano de equipamientos pasa por la atención a necesidades de tamaños menores, en dosis pequeñas, pero de efectos y contagios positivos de mayor magnitud. No se trata tanto de hacer más sino de hacer mejor. Innovar significa, en este sentido, mejorar lo que ya tenemos.
  • Crear microrredes culturales, a través de la multiplicación de espacios o unidades locales de comportamiento inteligente y cooperativo, y equipamientos adecuadamente distribuidos por la ciudad, como parques, salas de estudio o descanso, aparcamientos públicos seguros,…

La consolidación urbana de la ciudad universitaria de Granada precisa del aumento de cohesión en el tejido social, diversidad de actividades y cualidades urbanas, versatilidad y flexibilidad de la arquitectura y los espacios que dan servicio a cualquier tipo de uso, intensificación de los medios de desplazamiento, más fluidos y cómodos, etc. En definitiva, se trata de dar más intensidad y mejor uso a cada uno de los recursos que componen el espacio social compartido.

Si la verdadera riqueza de la universidad está en las personas que la constituyen, es preciso centrar cuanto antes los esfuerzos y la atención en dar respuesta a sus necesidades, asistir a esa universidad como espacio donde se cuestiona lo evidente, donde se discute y se experimenta como una condición indispensable para el desarrollo cultural de los talentos innovadores.

Estas ideas provienen de las conclusiones de un artículo “Procesos de ósmosis de Granada como Campus Ciudad”, realizado con un grupo de trabajo de la CRUE en torno a Universidad y Ciudad, publicado en la revista Ciudad y Territorioy el monográfico completo es: Vol. XLIX, núm. 192 (2017). Urbanismo y Universidad: la experiencia urbana y territorial de los campus españoles

fuente: Laboratorio de Urbanismo de la Universidad de Granada

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

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“De la innovación ciudadana a la innovación pública: un reto de las universidades” por Esteban Romero

Autor: Esteban Romero Frías

Medialab UGR

En el marco de la iniciativa Frena la Curva, estoy participando en un Colaboratorio, un laboratorio distribuido conformado por personas que colaboran desde distintos lugares, que se centra en el reto de cómo articular el ecosistema de innovación ciudadana. He escrito una breve aportación inicial que incluyo aquí y que se encuentra publicada junto a la de otras personas implicadas en el campo de la innovación ciudadana.

Las universidades son ecosistemas privilegiados de conocimiento que se articulan en torno a tres grandes colectivos: personal docente e investigador, personal de administración y servicios, y estudiantado. La epistemología científica hace que en centros tan ricos en saberes, el saber experto sea el que sobresale opacando al resto. Un saber experto disciplinar, eficiente en su especialización pero ineficiente en muchas ocasiones en su capacidad de desbordar los límites de las áreas de conocimiento. Tanto el estudiantado como el personal de servicios pueden jugar un papel fundamental en conectar de maneras más significativas el saber científico con el saber de la experiencia, el saber situado, localizado en comunidades a las que estamos llamados a servir.

Es pues preciso repensar la Universidad desde un vector común que es el de la ciudadanía. Hablamos de comunidades universitarias, que como en mi ciudad, Granada, articulan a más de 65.000 personas de forma directa, constituyendo un cuarto de la población total del núcleo urbano. Si algo es la comunidad universitaria es un conjunto de ciudadanas y ciudadanos con algunos rasgos comunes: capacidad de generar conocimiento especializado, tiempo y recursos para desarrollarlo, libertad, juventud, energía. Si a esta comunidad añadimos al resto de la ciudadanía como actor que se relaciona de forma continua con la Universidad, encontramos que esta tiene una oportunidad única para ser el sustrato, el impulso, la protagonista de un ecosistema de innovación ciudadana, que, de abajo hacia arriba, articule proyectos de transformación social, bien desde el empoderamiento personal y colectivo o bien a través de la conexión con las instituciones públicas que nos gobiernan. Es en esta relación donde la innovación ciudadana se transforma en innovación pública al servicio del diseño de mejores políticas públicas o de proyectos de transformación social. Es justamente en esta idea de “innovación pública desde las universidades” en la que estamos trabajando con ahínco, combinando innovación social, innovación ciudadana, conocimiento experto, saberes distribuidos y capacidad y líbido de aprendizaje.

Universidad, innovación ciudadana e innovación pública, son ejes clave en nuestro futuro.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

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