Entrevista a David Gómez (slowU) para el Manifiesto

En la construcción colaborativa que estamos haciendo del Manifiesto para la innovación pública desde las universidades hemos recopilado, como sabéis, algunos textos de responsables en algunas de las unidades y entidades con más experiencia en este ámbito. Además, estamos realizando algunas pequeñas entrevistas en formato audiovisual también con ellas y ellos. Aquí puedes ver y escuchar la conversación que mantuvimos con David Gómez, Coordinador Nacional para la Iniciativa slowU en la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey. En ella, David puso de relieve la importancia de la escucha activa y la experimentación como conceptos fundamentales para la innovación pública, y cómo las Universidades pueden liderar ese proceso por su amplio bagaje en ambos aspectos. Escucha la entrevista en Spreaker: Y aquí puedes verla en YouTube:

“La reformulación de la tercera misión de la Universidad en la Transformación Digital” por Fernando Vilariño Freire

Autor: Fernando Vilariño Freire

Subdirector del Centro de Visión por Computador. Profesor Titular del Dep. de Ciencias de la Computación – Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Chairperson of the European Network of Living Labs (ENoLL)

En 2018 tuvimos la oportunidad de contribuir al “Manifesto for Innovation in Europe”, que propone una visión posibilista sobre la Innovación en la Unión Europea -la cual se haya en estos momentos lejos de su potencial de impacto real-, en la que los ciudadanos no sólo son beneficiarios del crecimiento, sino que también son co-creadores y co-propietarios de los cambios sociales resultantes, actores que configuran el progreso hacia una Europa de los ciudadanos en la Transformación Digital.

Nos enfrentamos a una oportunidad única para desarrollar esta visión a partir de ahora mismo: La Transformación Digital, y la aceleración en la digitalización de procesos provocada por la trágica pandemia del SARS-CoV-2, proporcionan este contexto. Y ello apunta directamente a la línea de flotación del papel que la Universidad debe tener en los años siguientes: La tercera misión de nuestras universidades, clásicamente asociada a la transferencia de conocimiento a la sociedad, se reformula ahora como “desarrollo y orquestación de los ecosistemas de innovación”, ampliando la definición de innovación más allá del enfoque actual, predominantemente científico y corporativo: colocar al ciudadano en el centro de la innovación es un verdadero cambio de juego y una oportunidad para el desarrollo de nuestro sistema universitario -desde una perspectiva de aprendizaje y desarrollo (digital) al largo de la vida-, para el crecimiento económico y el progreso social impulsados ​​por la excelencia científica. 

Desde la perspectiva del acceso potencial a todo el conocimiento humano y la interconexión de las personas, la aparición Internet no es una mera contribución aditiva de innovación tecnológica: es un evento singular en la historia de la Humanidad, que la transforma para siempre. En los próximos años se reducirá radicalmente el costo de entrada social para acceder y generar conocimiento, creando una oportunidad real para el desarrollo personal y colectivo. Al mismo tiempo, surgirán y desaparecerán nuevas áreas de experiencia y empleos, los límites interdisciplinarios se desdibujarán, las fronteras de las partes interesadas se desvanecerán, desencadenando profundas transformaciones en la forma en que las personas vivimos nuestras vidas.  En este contexto, es indispensable una respuesta ágil de las instituciones públicas, entidades legales e informales. 

Los desafíos a los que nos enfrentamos no pueden ser abordados por una sola institución. El corolario es que ahora, la innovación y la transformación social están ocurriendo enredadas de la mano. Y es aquí, en este enfoque centrado en el ser humano y con la participación de múltiples partes interesadas, donde aparecen los laboratorios vivos (living labs), y tienen sentido precisamente por su perspectiva centrada en el usuario, en el ciudadano, por su perspectiva humana, como herramientas de constructivismo epistemológico y social. 

En nuestro camino hacia el fortalecimiento de nuestra sociedad, éste será un medio eficiente para no dejar a nadie atrás. Junto con otras infraestructuras de innovación abierta, los laboratorios vivos, a través del lema “capacitar a todos para innovar”, parecen emerger como una herramienta para democratizar el acceso al conocimiento y la innovación a través de un cambio sistémico: hacia un sistema universal de conocimiento e innovación, en el que las universidades pueden jugar un papel de liderazgo en la transformación social.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de  Marius Masalar en Unsplash


“Innovación Social para Co-construir Alternativas entre Comunidad y Academia” por Gabriela Baquer, Brian Saiz y Christian Sánchez

Autores: Gabriela Baquer, Brian Saiz y Christian Sánchez 

Laboratorio de Innovación Para la Paz- LabPaz, Universidad Nacional de Colombia

La Universidad Nacional de Colombia y su compromiso con la sociedad y la construcción de paz, en el 2018 creó el Laboratorio de Innovación para la Paz -LabPaz-, en la búsqueda de interacción entre academia y sociedad para promover y generar el intercambio de conocimientos y experiencias de innovación social, paz y reconciliación, en el marco del pos-acuerdo en Colombia. En esta perspectiva, el LabPaz tiene por objetivos: i. Fortalecer habilidades blandas para la resolución de problemas cotidianos; ii. Fomentar el aprendizaje en doble-vía entre comunidades y Universidad y iii. Establecer espacios de interacción entre comunidades e instituciones públicas  y privadas, así como con las facultades y dependencias de la universidad.

En el 2019, respondió a un nuevo reto, llevar el Laboratorio a territorios marcados por el conflicto armado que buscaban generar alternativas desde sus entornos y sus jóvenes, el LabPaz tuvo que moldearse a los nuevos contextos que se veían en los territorios, buscar alternativas de innovación social con las comunidades para la paz y la reconciliación.

Para el 2020 se encuentra un nuevo desafío, la innovación en el marco de una crisis de salud, enfrentar desde la academia y en articulación con la sociedad una pandemia, una búsqueda conjunta de alternativas dentro del contexto del Covid-19. La innovación social para la paz es un reto constante, es la posibilidad de moldearse y adaptarse a los contextos, permitir así co-construir alternativas para procesos de cambio y transformación personal, social, comunitaria, ambiental y cultural.

El manifiesto es una oportunidad para unir esfuerzos en la articulación de las Universidades, la innovación y la sociedad, un reto que implica adaptarnos también a nuevos contextos, proponemos una estrategia de interacción para el impulso de propuestas ciudadanas en el marco de la innovación social, que contemple al menos tres (3) acciones específica: 1) Creación de un banco de propuestas ciudadanas surgidas en el marco de la interacción Academia-sociedad 2) Identificación de alianzas estratégicas (públicas y privadas) para la ejecución de las propuestas ciudadanas, y 3) formación para la innovación social y el fortalecimiento de las propuestas ciudadanas.

No se pretende con esto establecer un respuesta universal y definitiva, se trata de consolidar espacios de experimentación social que permitan desarrollar habilidades y fortalecer capacidades para la innovación y transformación social en la sinergia entre universidad y comunidades. En definitiva, la innovación es la esperanza puesta en el futuro, el sueño de co-construir una sociedad justa y en paz desde/con/para el territorio, el contexto y la comunidad.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de Volodymyr Hryshchenko en Unsplash


“Capacitando en innovación y ciencia de datos” por Amaris Arroyo Muñoz

Autora: Amaris Arroyo Muñoz

GobLab, laboratorio de innovación pública, Escuela de Gobierno, Universidad Adolfo Ibáñez

El GobLab es un laboratorio de innovación pública multidisciplinario, que busca mejorar la calidad de vida de las personas por medio de la innovación y la ciencia de datos. Este fin se desarrolla por medio de investigación aplicada, formación y proyectos. Además, se pretende potenciar el diseño de políticas públicas basadas en evidencia y la mejora de los procesos de gestión pública desde la ciencia de datos y el Big Data.

El laboratorio nació el año 2017 y desde ahí se ha asociado con diferentes académicos de la universidad y fuera de ella, para poder hacer investigación aplicada en diversos ámbitos como la seguridad pública, infancia, salud, entre otros. Para el laboratorio, una tarea fundamental es siempre contar con la participación de diferentes investigadores que amplíen nuestro espectro de conocimiento e intervención y que, desde sus disciplinas, nos ayudan a llevar la ciencia de datos y la innovación pública a más problemáticas de la sociedad. El trabajo en red con múltiples profesiones ha sido siempre un sello del GobLab.

Entendiendo que nuestro laboratorio está enmarcado dentro de una institución de educación, es que en estos últimos años nos hemos enfocado a expandir y nutrir la oferta de formación que ofrece el GobLab al sector público, con un foco a la aplicación del conocimiento. Así, en conjunto con el Center for Data Science and Public Policy de la Universidad de Chicago, es que desarrollamos un curriculum innovador y abierto sobre formulación de proyectos de ciencia de datos. Este currículum se pilotó en dos ciudades de Chile de manera gratuita a más de 70 directivos públicos, en una modalidad de curso tipo taller con tres sesiones de ocho horas en donde cada persona llegaba con un problema real de su institución y durante el curso se iba desarrollando el proyecto de ciencia de datos para dar respuesta a este problema. Luego de esta experiencia y la retroalimentación de los alumnos se modificó el curriculum y se diseñó un curso abierto para funcionarios públicos en Chile, se llevó también el curso a Australia y ahora se realizará en formato presencial streaming y será ofrecido a servidores públicos de todo latinoamérica.

El cómo se usan los datos desde el sector público debe ir mejorando y apuntando hacia datos que guíen las decisiones. Es por esto que es de vital importancia seguir con este tipo de formación dentro del sector público, generando capacidades dentro de éste para generar este cambio que luego se verá traducido en mejoras para la sociedad, que es el objetivo final de nuestro laboratorio de innovación.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de John Schnobrich en Unsplash


“Universidad e innovación social: ¿Son posibles?” por Manuela Mora Ruiz

Autora: Manuela Mora Ruiz
Grupo de Investigación Derecho Público para la Gobernanza (DERGO)
Centro de Investigación en Pensamiento Contemporáneo e Innovación para el Desarrollo Social (COIDESO)
Universidad de Huelva

La idea de elaborar un manifiesto a partir del cual podamos repensar el papel de las universidades respecto de las sociedades y territorios a los que se vinculan es, como mínimo, iluisionante, puesto que la Universidad debe estar conectada a la sociedad que la rodea, en la medida en que su creación se justifica por la necesidad de atender un servicio público, de interés general, como el que representa la educación superior. La Universidad, en mi opinión, no puede ser mero receptáculo de saberes y su transmisión unidireccional, sino que debe conseguir que la docencia, investigación y el estudio revierta en la sociedad y, a la vez, ésta le permita una continua actualización de acuerdo con las exigencias del momento y del lugar concreto. La Universidad debe ser una entidad con inteligencia territorial, por tanto, con capacidad para innovar desde el punto de vista social.

Si este es el punto de partida, la pregunta es si la naturaleza de las universidades (especialmente las de carácter público) y su configuración legal (en gran medida con un alto componente histórico) le permite o, incluso, le motiva a asumir este papel activo y dinamizador al que antes me refería.

Basta pensar en la caracterización que el art. 1.2 de la Ley Orgánica 6/2001, 1 de diciembre, de Universidades hace de las Universidades españolas, en el sentido de atribuirle las siguientes funciones:

“a) La creación, desarrollo, transmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura.
b) La preparación para el ejercicio de actividades profesionales que exijan la aplicación de conocimientos y métodos científicos y para la creación artística.
c) La difusión, la valorización y la transferencia del conocimiento al servicio de la cultura, de la calidad de la vida, y del desarrollo económico.
d) La difusión del conocimiento y la cultura a través de la extensión universitaria y la formación a lo largo de toda la vida”

De este precepto, es claro que la innovación social no está prevista como una función y objetivo de las universidades, por lo que uno de los primeros retos para la innovación desde la Universidades debe estar en la interiorización por el marco jurídico de las mismas del concepto de innovación social. Lo que no está de forma expresa puede no tenerse presente. Es cierto que la garantía de la igualdad de género está asumida por las universidades, y que se están incorporando los ODS como objetivos comunes, pero todo ello precisa visibilizarse desde la innovación social.

Junto a ello, creo que hay dos elementos fundamentales para que la Universidad pueda ir haciendo camino en la innovación social: De un lado, deben consolidarse los enfoques de trabajos transversales con miras a influir en la sociedad.

De otro, la necesidad de articular el fomento de la innovación desde dentro, y, en este sentido, hacer una profunda reflexión sobre las estructuras organizativas y de trabajo de las universidades y sobre los procesos de decisión. En mi opinión, no hay verdadera consciencia de los miembros de la comunidad universitaria como ciudadanos, sino como integrantes de una estructura estamentaria.

Tanto uno como otro elemento tienen el interés de poder proyectar la innovación hacia fuera, con otras entidades del sector público que permitan un papel más activo de las universidades en el desarrollo de lo local con proyección global.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de Jelleke Vanooteghem en Unsplash


Entrevista a Rita Grandinetti (PoliLab UNR) para el Manifiesto

En la construcción colaborativa que estamos haciendo del Manifiesto para la innovación pública desde las universidades hemos recopilado, como sabéis, algunos textos de responsables en algunas de las unidades y entidades con más experiencia en este ámbito. Además, estamos realizando algunas pequeñas entrevistas en formato audiovisual también con ellas y ellos. 

Aquí puedes ver y escuchar la conversación que mantuvimos con Rita Grandinetti, Directora del PoliLab de la Universidad Nacional Rosario. En ella, Rita habló de la importancia de crear conceptos como “fronterar” para entender el carácter de experimentación y aplicación que supone la innovación pública como motor de transformación social.

Escucha la entrevista en Spreaker:

Y aquí puedes verla en YouTube:


“Innovación pública desde las universidades: algunos desafíos” por Blanca Miedes Ugarte

Autora: Blanca Miedes Ugarte

Laboratorio de Innovación Social y Emprendimiento-Universidad de Huelva.

Laboratorio de iniciativas de Innovación Socioecológica- Observatorio Iberoamericano de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático-La Rábida.

Hace unos meses oí a @FerminCerezo, uno de los referentes actuales de la innovación pública en el estado español, que la innovación no va de tener ideas, sino de aplicarlas y creo que es en este terreno donde la universidad se enfrenta a un doble desafío. El primero es el de las ideas. La cuestión es si nos estamos haciendo las preguntas que realmente necesitamos hacernos en este mundo VICA (vunerable, incierto, complejo, ambiguo), un mundo cuya insostenibilidad llama a transformaciones radicales. Y el reto de la universidad en este sentido es activar la imaginación colectivapues nadie dispone de todas las respuestas y todo el mundo dispone de alguna, posibilitando la emergencia de nuevas recomposiciones de lo que es posible. Se trata de aprender a hacernos colectivamente, multidisciplinarmente, transectorialmente, con el concurso de la ciudadanía, preguntas más ambiciosas, de dejar a un lado por un momento el imaginario de la ciencia ficción para permitirnos pensar en una sociedad ficción: ¿cómo vivir en un espacio socialmente justo y ambientalmente seguro?

Y aquí llega el segundo desafío, cómo convertir esas nuevas ideas en la práctica, cómo contribuir a generar cambios (no solo tecnológicos), basados en conocimientos (no solo científicos), que generen valor (no solo de mercado), como diría la famosa definición de la Fundación COTEC. Y aquí la universidad tiene todo que aportar y tiene mucho que aprender, al menos en tres campos:

En primer lugar, como institución pública en sí misma, como administración de servicios a la investigación la docencia y la transferencia. Aquí lo prioritario es que las universidades se conecten a las redes de innovación de las administraciones públicas ya en marcha para trasnformarse en administraciones a la altura de las oportunidades y necesidades del siglo XXI.

En segundo lugar, está el reto de transformar los sistemas de transferencia de conocimientos en auténticos sistemas de co-creación abiertos, de investigación-acción, interna (docencia y colaboración trasndisciplinar) y externa (con el resto actores sociales), creando los espacios presenciales y virtuales necesarios.

En tercer lugar, está el desafío de la construcción de las alianzas y pasarelas necesarias para conectar a los sectores públicos con la energía social de la innovación ciudadana. Un cometido clave aquí es identificar y ayudar a visibilizar las prácticas innovadoras más prometedoras –sean estilos de vida, fórmulas empresariales, formas de organización laboral o social, desarrollos científicos y tecnológicos, mercados, necesidades sociales–y generar los marcos propicios para que estas iniciativas se conecten, prototipen, experimenten, aprendan, se desarrollen y desplieguen todo su potencial, a la vez que se evalúen sus impactos y riesgos asociados. En esta labor de conexión los Laboratorios de innovación social y ciudadana universitarios están llamados a jugar un papel fundamental.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de Jukan Tateisi en Unsplash


“Nuevos desafíos: Hacia una docencia significativa” por Amparo Aranda

Autora: Amparo Aranda

Vice-Presidenta de la Asociación Civil Mujeres para el Mundo

Los vertiginosos cambios que nos muestra el mundo imponen desafíos a la educación y a la producción de conocimiento en busca de su pertinencia con la realidad. Se impone en este sentido una implicación de las universidades y centros de formación en todos sus niveles, con la construcción y consolidación del tejido social. Se requiere entonces traspasar los muros de los centros de enseñanza para que sus actores se sitúen justo allí, donde ocurren los problemas, donde la realidad habla con toda su riqueza para orientar la reflexión crítica y validar desde la visión de cada ciudadano, de cada actor comunitario y de cada praxis social, lo que venimos diciendo de ella desde los centros de “producción de saberes”.

Una docencia significativa consiste entonces en implicarse con la realidad, con el entorno, con las comunidades, con las Organizaciones de la Sociedad Civil, con la gente, para educar con pertinencia, lo cual significa educar para la vida, para aprender a pesar, aprender a actuar y aprender a incidir, más allá de recetas, pasos o modelos impuestos. Es pensar, repensar y reconstruir la realidad, validando desde allí el conocimiento y planteándonos nuevas formas, nuevas interpretaciones y nuevas actuaciones.

Los actuales desafíos post pandemia que enfrenta el mundo, requieren de docentes que salgan a los espacios locales, como un aprendiz más, como un ciudadano más, para interactuar con sus estudiantes, con los líderes sociales, las mujeres, los hombres, los jóvenes, los ancianos, las organizaciones sociales e instituciones públicas y juntos dimensionar qué sentimos, por qué ocurre lo que ocurre, qué hemos hecho hasta ahora y qué alternativas pueden construirse desde una visión compartida y co creadora para reducir los impactos, colocando en el centro de las actuaciones la humanidad y la vida.

Es urgente valorar hoy más que nunca el rol de las universidades en la consolidación de la cohesión social hacia la búsqueda incansable del diálogo entre producción de conocimiento y saberes populares. Para ello, es necesario situarse fuera de los de los centros del saber y volver a ellos para sistematizar, documentar y aportar, desde un proceso iterativo e interactivo que nunca culmina ni se agota en ninguno de los espacios de actuación. Es un proceso de auto educación permanente.

Entonces, continuemos en nuestra labor de formación desde las propuesta curriculares, pero trascendamos hacia una docencia significativa para que juntos nos empoderemos para reconstruir la sociedad y cuidar el mundo, pues sin ello, nada tendría sentido.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de Dan Dimmock en Unsplash


“Universidades diversas y experimentales como bases para la innovación pública”, por Javier Cantón

Ahora que las sociedades vuelven su mirada a la Ciencia, necesitados de soluciones rápidas para una crisis sanitaria que nos ha puesto a prueba es hora de hablar de lo que la colocado como elemento central del progreso humano: su carácter de experimentación. La Ciencia experimenta y fracasa para poder tener éxito, y la clave de ese éxito también radica en la diversidad.

Nos colocan demasiadas veces el éxito como valor supremo y medida de la felicidad humana: tener éxito en la vida te conseguirá la felicidad. Pero ¿cómo se mide el éxito? ¿Es tener una creciente carrera profesional? ¿Conseguir tener una familia que arrope a sus integrantes? ¿Tener una red social extensa aunque no sea profunda? ¿Es acaso el prestigio social o quizás el estatus? ¿O simplemente el nivel económico conseguido individualmente o por la unidad económica familiar? Tanto hablamos del éxito que olvidamos el valor del fracaso, de que el verdadero aprendizaje radica en el fracaso, aunque no nos han enseñado a manejar correctamente la frustración que proviene de esas situaciones en las que fracasamos. Parafraseando a Edison, para tener éxito una vez hay que fracasar 1000 veces, y para conseguirlo hay que probar, experimentar, sin tener miedo a los resultados negativos, que suponen un paso más hacia el éxito.

Las Universidades son entidades complejas, múltiples, fragmentadas, poliédricas, conformadas por numerosas personas de perfiles e intereses diversos, que estudian la realidad desde diferentes puntos de vista y con distintas herramientas. Una muestra de la propia realidad social y humana, pero que tienen en las Universidades un espacio para la expresión sin límites. Esa mezcla explosiva que tantos frutos ha dado en la Ciencia, pero también en las artes, es la esencia de las Universidades, lugares diversos, hechos para la experimentación y la diversidad, por muchos compartimentos estancos que intentemos construir mediante las Facultades, los Departamentos y las ramas y disciplinas científicas. La imagen del científico aislado realizando pruebas de ensayo y error hasta dar con el momento Eureka, ya ha pasado a la historia. El trabajo en red, en colaboración con diversos investigadores de otras partes del mundo y de otras disciplinas, es el presente y el futuro de la Ciencia. A un mismo problema objeto de estudio al que se aproximan dos miradas diferentes es más probable encontrar soluciones innovadoras y nunca antes propuestas, gracias a esas dos características propias de las Universidades: la experimentación y la diversidad.

Y debido a ellas, la innovación pública, a partir de la necesidad que tenemos las actuales sociedades de recrear nuestras agotadas instituciones de la Modernidad, de fundar las que habrán de ser las propias de esta nueva Era que ya ha comenzado, pasa por las Universidades. La democracia, la política moderna, si quiere adaptarse a las sociedades de la información y el conocimiento, ha de apoyarse precisamente en una de las entidades que origina la innovación. Generamos zetabytes de información, pero nuestra capacidad para gestionarla sigue siendo, en muchos términos, insuficiente, y por eso nos apoyamos en algoritmos y automatizaciones aún muy limitadas. Generamos muchos datos, pero si no hay un grupo de personas dispuestas a analizarlos, con una mirada diversa, transdisciplinar y experimental, no conseguiremos extraer de ellos, primero información, después conocimiento y, por último, sabiduría. 

Los retos que tenemos pendientes, que nos marcamos en la Agenda 2030 y los ODS, aunque hayan quedado empañados con la actual crisis de la COVID-19, necesitan de la mirada universitaria, de su diversidad, de su carácter experimentador, para enfrentarse a ellos, para aprender de ellos y superarlos. Solo con una mirada innovadora conseguiremos, juntos, seguir creciendo como sociedad y como individuos. Lo hicimos antes y volveremos a hacerlo, estoy seguro.

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“La innovación forzosa como motor de compromiso para la construcción de futuro” por Laia Sánchez

Autora: Laia Sánchez Casals

Citilab Cornellà

La situación generada por el COVID-19 y la crisis sanitaria y económica, hace hoy más urgente llamar a la comunidad universitaria a formar parte de la construcción de futuro en los ecosistemas de innovación social y ciudadana.

La universidad ya forma parte de este ecosistema con iniciativas puntuales desde facultades, departamentos y por parte de profesorado pionero, que aún puede desplegarse con mucho más alcance e impacto. Tal y como la configuración de esta nueva Red de universidad e innovación pública se propone, quiere articular una mayor implicación, que permita reforzar el papel de la universidad para fomentar de forma decisiva la universalización y democratización del este sistema.

Para lograrlo necesitamos una universidad que esté dispuesta a abrirse y reconectarse bajo formas de relación más horizontales. También necesita abrir sus propios procesos de de co-diseño y co-creación internos para implicarse en su entorno.

Esta apertura y responsabilidad enlaza con las iniciativas de RRI, el Open Access, la transferencia a empresas y administración pública, laboratorios de fabricación o programas de ciencia ciudadana pero, sobretodo, necesitamos una implicación mucho más importante desde los rectorados y decanatos que impulsen de forma decidida la incorporación del profesorado y alumnado en los procesos de “innovación forzosa” a la que nos vemos abocados con los cambios y tensiones que nos atraviesan tras el COVID19.

Además de reconocer y promover la participación de los estudiantes, profesores y grupos de investigación en los laboratorios temporales existentes o co-organizados por la universidad, es fundamental que se dé protagonismo e impulso a los proyectos realizados por el alumnado ya sea supervisados desde asignaturas o por tutores dedicados como ocurre con los trabajos de fin de grado (TFG) o fín de máster (TFM).

Estos deben ser el lugar donde aplicar las competencias adquiridas, conectando su conocimiento con sus motivaciones y alineándose con aquellos retos y misiones de la Agenda 2030. Desde Citilab ya estamos trabajando en esta dirección con los alumnos de los institutos públicos de Cornellà. Sabemos que es posible hacerlo y que su potencial transformador es ilusionante y necesario.

Es fundamental que el alumnado conecte sus proyectos a los retos a los que quiere dar respuesta desde el inicio de la investigación. Esto implica trabajar la responsabilidad, y da dirección y sentido al proyecto y también al esfuerzo. Así es cómo podemos reconectar a la universidad con su entorno. Ellos y ellas, los jóvenes son los mejores conectores porque siguen enraizados en su entorno, y porque a partir de sus motivaciones e intereses se pueden generar experiencias de aprendizaje más significativas, de gran impacto social.

Este alineamiento, no implica muchos más recursos docentes, ni más horas de dedicación, ni más tutores, implica un nuevo enfoque y una nueva forma de organización, que facilite incorporar los métodos propios de la innovación abierta, los living labs y los laboratorios ciudadanos.

Ante la profundidad de la crisis actual que estamos atravesando, debemos vivir con una nueva imposibilidad, los jóvenes no podrán ir a estudiar o a trabajar fuera del país para construir su futuro, como sucedió en la crisis anterior. Por eso, ahora, nuestro nuevo reto será implicarnos con nuestros jóvenes para que construyan junto a nosotras la sociedad que queremos con oportunidades para todas. Una sociedad responsable con los vulnerables y con el medio ambiente, y que defienda una democracia más fuerte donde la innovación ciudadana sea un derecho para construir proyectos vitales y futuro.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de Anna Pritchard en Unsplash