“La universidad que podría ser” por Ricardo Antón Troyas

Autor: Ricardo Antón Troyas ColaBoraBora La universidad como lugar desde el que lanzar preguntas, abordar la complejidad y contribuir a la validación, desarrollo y transferencia del conocimiento emergente e instituyente. La universidad como dispositivo de aprendizaje e investigación libre y abierto, que produce y utiliza infraestructuras y herramientas epistemológicas libres y abiertas y que genera conocimiento libre y abierto. La universidad que quiere ser porosa, dialógica, híbrida y mestiza; que busca y potencia relaciones otres; que tiende puentes entre la investigación básica y la experimentación situada, entre lo duro y lo blando, combinando saberes, inteligencias y disciplinas. La universidad como laboratorio vivo de tecnología, ciencia y sociedad, que también es taller en el que cacharrear, txoko en el que cocinar, huerto en el que cultivar y plaza en la que jugar. La universidad que se expande más allá de la academia, que sabe sacar partido desde la reciprocidad, tanto al conocimiento formal y homologado, como a los saberes informales y heterodoxos. La universidad que es ágora para una nueva ciudadanía en lugar criadero de trabajadores especializades; escuela de soberanías interdependientes en lugar de factoría de espejismos y simulacros. La universidad que sabe reconocer valor y rigor más allá de su propio sistema de legitimación de títulos y acreditaciones. La universidad que se rebela frente a su creciente burocratización, estandarización, instrumentalización y empresarialización. La universidad que no se pliega sobre si misma (ni sobre quienes la financian). La universidad más allá de la universidad. La universidad que sale a la calle e incorpora la calle a la universidad. La universidad también de (desde-en) la calle. La universidad que es pública, o en todo caso, está orientada y al servicio de la generación de valor público. La universidad que es catalizador de innovación pública, abierta, social y ciudadana.
Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”. Foto de Toa Heftiba  en Unsplash

“Visibilizando las periferias” por Jorge Min Hui Zhou Zhou

Autor: Jorge Min Hui Zhou Zhou  IFMSA-Spain; UGR Creo que uno de los mayores obstáculos que enfrenta la universidad es la de presentarse como parte de la sociedad en su conjunto más que como acople de aquellas élites pensantes que pueden parecer desde fuera. Guardo un recuerdo con ilusión. Una mañana, nos informaron en el instituto de una ponencia en la casa de la cultura de mi pueblo, dada por un físico de la Universidad. Un investigador, ¿aquí? ¿Qué nos tendría que contar? Fue una hora muy interesante, y no fue hasta después de un tiempo que recordé este caso aislado como un camino a seguir. Tristemente, la vida cultural de un pueblo puede dejar que desear en algunas ocasiones, y ahí están las oportunidades de transformación. En saber las necesidades que puede tener aquel territorio más alejado del medio urbano, y entrar en una dialéctica de transformación mutua. A este respecto, me siento orgulloso del trabajo de la Universidad de Granada, y su política de extensión universitaria, pues ha sabido llevar a cabo una integración con su medio que ha ido mejorando a lo largo de sus años. Por poner casos concretos, el Día de la Ciencia y la Feria del Libro ofrecen oportunidades a los investigadores y estudiantes universitarios a ser fuente de transferencia directa de conocimiento a la sociedad; el Cineclub universitario es lugar de encuentro de todas las generaciones de Granada; los servicios deportivos de la universidad; la incorporación de Alumni a la comunidad universitaria o la implementación de cursos formativos en el resto del territorio provincial reafirmando la importancia de la implicación de la sociedad como parte de la universidad. Creo que son experiencias que pueden ser recogidas y tenidas en cuenta para la elaboración de un marco estratégico que tenga en cuenta los niveles macro, meso y micro en los que poder trabajar, estableciendo metas para poder palpar el resultado de nuestro accionar. Un último ejemplo que quería dar es el de la Red Emancipa en Brasil, formado por personas de la universidad que pretenden dar importancia a las periferias, y aquellas minorías no siempre presentes en las instituciones. Desde esta, se ha logrado mover un curso online con más de 15000 inscripciones abordando la pandemia desde un punto de vista colectivo, haciendo un repaso de aquellos aspectos socioeconómicos, además de movilizar a miles de personas en los barrios más desfavorecidos en iniciativas de ayuda mutua. Esperemos que todo esto se transforme en voluntad política real con poder de transformar. Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”. Foto de Caleb Jones  en Unsplash

“Colaboración universitaria: desde la Innovación Social a la Innovación Pública” por Emilio Ricci

Autor:  Emilio Ricci, Janett Guerrero Universidad Católica del Norte (UCN); Plataforma de Innovación Social Si bien el rol de las universidades en su tercera misión, ha dinámicamente otorgado mayor legitimidad en un proceso de natural expansión –redefiniendo- desde los tradicionales límites de la enseñanza y la investigación en la tarea de otorgar y asegurar recursos intelectuales para el desarrollo del capital social de un país; transitando con decidida responsabilidad, al mejoramiento del bienestar y la calidad de vida de las personas y las comunidades. Es así que, en este tercer milenio, han aparecido en las casas de estudios superiores, términos como emprendimiento social, innovación social, defiendo una amplia gama de actividades que transitan desde el trabajo comunitario, voluntariado, instituciones públicas, hasta involucrar a algún tipo de empresas –privadas- que han declarado, especialmente su objetivo final, a ámbitos sociales; resolviendo diversamente, el tan bullado “beneficio económico”. Del mismo modo, la confianza institucional que otorgan las instituciones universitarias permiten al estado considerar soluciones que pueden transformarse en política pública, considerando que estas – las políticas públicas, son acciones gubernamentales con objetivos de interés en lo público y que, deben surgir, de decisiones respaldadas de procesos diagnósticos y factibilidad; y en lo posible, estas, debieran ser propositivas y no tan solo, reactivas – como tal vez, ocurre constantemente, especialmente, en estos momentos. En las actuales necesidades sanitarias, económicas y sociales, en las cuales la humanidad transita, se hace más necesaria una transformación profunda, del accionar competitivo de las instituciones y legitimar coherentemente la defensa del bien común -garantizando condiciones sociales, libertades, justicia social, paz y una no menos importante equitativa distribución de bienes materiales esenciales- Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”. Foto de  Luca Laurence en Unsplash

“Innovar en y desde las universidades” por Sara García Cuesta

Autora: Sara García Cuesta

Profesora de la Universidad de La Laguna, España

Innovación es un término muy polisémico y está de moda para todo. Es normal partir de cierta desconfianza ante términos manidos. Por ello pienso que para que sea útil en lo que creo que quiere conseguir, la mejora de las universidades (en muchos sentidos), habría que visibilizar claramente qué es innovador y qué es definitivamente algo a desechar, o a repensar hacia otra cosa. Y hasta esa meta es un objetivo innovador, porque en la Universidad muchas veces hay rigideces tan asumidas que ni las vemos. En un entorno donde cuesta tanto que la maquinaria se mueva, creo que el primer ejercicio para pensar la innovación en la Universidad sería aquél que propiciara que la comunidad educativa, todos sus agentes, se implicaran en definir qué factores no contribuyen y cuáles sí lo hacen (o podrían contribuir) a la mejora de nuestro entorno. Desde luego, para hacer eso no se puede utilizar sólo una encuesta -la típica encuesta cerrada y limitante- sino que habría que trabajar en profundidad con una metodología multiestratégica, que no es innovadora en el ámbito de las ciencias sociales, pero sí es innovadora en su aplicación en entornos jerárquicos, compartimentados y burocráticos como este.

Tal y como yo lo veo, la innovación para la mejora requiere una estrategia que implique que: a) la comunidad esté de acuerdo en qué es Innovación y qué les gustaría mejorar a través de los procesos de innovación. b) entender que estamos en una nueva etapa histórica, en la que la Universidad es una más de las fuentes de conocimiento. Y que tenemos que hacer llegar a la sociedad y a la propia comunidad universitaria el mensaje de que el conocimiento que aportamos tiene una base sólida, que no puede ser puesta al nivel de los influencer del youtube. Porque eso es lo que está pasando actualmente.

Creo que estamos en un punto de inflexión en el que nos va mucho en recuperar el valor de la Universidad, de la ciencia y de su metodología, como factores que marca la diferencia en el desarrollo de un conocimiento válido y útil. Pero sería bueno asumir que ese valor debe también incorporar la autocrítica sobre los errores, los sesgos y otros funcionamientos de la Universidad y de la Ciencia. Limitaciones que han
contribuido históricamente a su cuestionamiento actual (no solamente es efecto de la postverdad y las fake news de las redes). Autocrítica por un lado, pero destacando también lo positivo de la historia y las contribuciones de la Universidad.

Entendiendo esto, creo que la innovación en la Universidad no puede enfocarse solo a la obtención de productos, sino que debe incorporar también un enfoque interpretativo, que dé valor al proceso. Es decir: ¿Cómo se hacen las cosas que se hacen? ¿y cómo se pueden hacer mejor? En este sentido, creo que es importante en todo este proceso que asumamos o detectemos algunas cuestiones que pueden
ser innovadoras. Por ejemplo, me parece importante asumir: a) que contamos con los recursos humanos y materiales con los que contamos (y visibilizar cuáles son). No partir de escenarios irreales. b) que es posible que necesitemos otros (y los detectemos y valoremos). c) que formamos parte de un entorno social y territorial, y que las acciones que realizamos y podemos realizar para ese entorno deben entenderse parte de nuestra función. d) que necesitamos romper dinámicas obsoletas con creatividad y con la cooperación de todos los agentes educativos. e) y que necesitamos aprender para innovar, y que eso también forma parte de nuestro trabajo.

Sobre los puntos c y e, puntualizo algo fundamental: entender la innovación como recurso, trabajo, valor, implica que no sea un voluntariado más (uno más entre tantos que nos secuestran el tiempo y la calidad). Una parte importante del profesorado está  saturado de cargarse de horas laborales que no aparecen en ningún sitio. Creo que esto puede ser extensible también a parte del alumnado, el más implicado, saturado de estar en todo. Reflejo estos dos colectivos porque somos los que no tenemos horario. Nuestras tareas no se localizan en horarios concretos y los procesos tecnológicos que se nos requieren no están teniendo en cuenta la realidad de un tiempo y espacios finitos.

Por ello, apunto un último elemento que me parece serio: es fundamental que se reconozca en términos de nuestro trabajo (agentes educativos en general) la necesidad de formarnos para innovar, para generar espacios diferentes entre compañeros/as (no de competencia, sino de cooperación) y estudiantes (no de evaluación, sino de aprendizaje cooperativo). Para mí esta es la clave para que los procesos de innovación no sean entendidos, como lo son tantos ya sobre nuestros hombros, como un voluntariado más, añadido a una gestión y a una investigación que apenas se reconocen y a una docencia saturada en no pocas áreas de la Universidad. Es decir, la innovación, para ser comprendida como un elemento transformador, debe formar parte de la capacidad de aumentar la eficiencia de nuestro trabajo en la vida cotidiana, mejorar el aprendizaje del alumnado, y generar mejor clima, mejor ambiente, en toda la comunidad.

Sobre los procesos de innovación en igualdad en la Universidad, un punto y aparte, señalo que me parece una buena noticia que el Ministro de Universidades plantee la necesidad y obligación en las universidades de incorporar formación para la igualdad. Es algo que venimos pidiendo e intentando en muchos escenarios, las personas que hemos tenido algunas responsabilidades de gestión en igualdad, o bien, que trabajen en estos temas.

En la ULL se llevó a cabo un I Plan de Igualdad 14-17 con una metodología muy innovadora, basada en la construcción colectiva de ejes y prioridades, en la que participaron muchísimas personas, representantes de todos los colectivos de la universidad. Y con un diagnóstico de partida muy elaborado. Este proceso permitió que el Plan -consensuado colectivamente- fuera aprobado sin cuestionamiento, a pesar de los explícitos rechazos a estas cuestiones en no pocos ámbitos de poder de la Universidad. Me parece fundamental que toda cuestión innovadora en la Universidad pase por un proceso de transparencia, democratización y consenso en la comunidad, que facilite su desarrollo -a pesar de las reticencias que pueda encontrarse en las cúpulas. No siempre, pero a menudo, estas cúpulas son reticentes a lo nuevo, simplemente por una desconfianza a lo desconocido y no tanto por cuestiones de interés o ideológicas…prejuicios que habría que romper con las dinámicas de innovación.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de Med Badr Chemmaoui en Unsplash


“La innovación pública: una herramienta para construir una gobernanza democrática y deliberativa” por André-Noël Roth D

Autor: André-Noël Roth D

Lider Grupo de Investigación Análisis de las Políticas Públicas y de la Gestión Pública (APPGP) y Responsable GobLab

La revolución numérica o digital en curso genera transformaciones sin precedentes, no solamente en la economía (e-negocios) y la producción (innovaciones tecnológicas y organizacionales), sino también en las condiciones, formas y medios de intervención administrativa, incluido el sector público. Términos como gobierno electrónico o en línea, gobierno abierto y gobierno digital son sintomáticos de los cambios en curso. En particular, las barreras de acceso a la información, saber-poder tradicional de la administración pública, se desvanecen o se transforman profundamente. La administración pública tradicional (moderna), cerrada, jerárquica, unitaria, secreta, basada en rutinas y una cultura administrativa rígidas, que fue diseñada para garantizar una igualdad formal de los ciudadanos ante la norma, es hoy inadecuada e incapaz de hacer frente a los desafíos y problemas públicos contemporáneos. Lo mismo se puede decir de la Nueva Gestión Pública (o New Public Management), la cual tuvo entre sus objetivos principales la reducción del tamaño del Estado y la disminución del gasto público en los servicios públicos con el fin de “liberar” la sociedad de la “tutela” asfixiante de las burocracias públicas. Pretendía aumentar la eficiencia de las políticas de provisión de bienes y servicios públicos (salud, educación, etc.) mediante la extensión de la lógica de mercado y la competencia generalizada entre instituciones e individuos. La crisis del COVID-19 muestra que la aplicación de esta receta eficientista en la gestión sanitaria ha sido un error mortífero por la organización de la rarefacción de las necesidades básicas de materiales de protección y de cuidados en caso de emergencia sanitaria que causó.
Así, es preciso que la gestión pública se adapte a las nuevas condiciones culturales, económicas, sociales y políticas generadas por el cambio tecnológico, el cuestionamiento a los procesos de globalización y las aspiraciones a una mayor participación ciudadana y a una mayor autonomía y soberanía sobre nuestras vidas individuales y colectivas. En los últimos años, conceptos como la gobernanza democrática o colaborativa, la transparencia, la inclusión, el empoderamiento, la participación y la deliberación de la ciudadanía se han impuesto como una evidencia en la gestión.
El Estado y la política no pueden quedar ajenos a estas transformaciones, y la coyuntura actual es una oportunidad para democratizar el poder y la gestión pública. A los procesos de innovación social y tecnológica en curso, le debe corresponder un proceso de innovación en las formas, prácticas, instrumentos e diseños institucionales de las administraciones públicas: esto es la innovación pública. Es preciso reinventar las intervenciones del Estado aceptando la falta de conocimiento como un punto de partida para un proceso experimental e iterativo de desarrollo. La actualidad nos muestra que la tecnología puede ser usada o para reforzar la vigilancia de la ciudadanía y construir un Estado vigilante y autoritario, o para construir gobiernos más democráticos y participativos.
Es hacia esta segunda opción que debe apuntar la innovación pública, ofreciendo a la gestión pública una renovación de sus instrumentos y procesos para entregar bienes y servicios públicos adecuados no solo para la ciudadanía, sino con ella, en un contexto de reforzamiento muy necesario de la cultura y de las instituciones democráticas (ideas de co-producción, de co-creación o creación colectiva). Se trata de desarrollar iniciativas de construcción de espacios que permiten que la academia pueda jugar un papel de interfaz entre diferentes tipos de saberes: científicos (academia), institucionales (Estado, administración) y locales o propios (ciudadanía, organizaciones sociales, empresas). El papel de estos espacios consiste en analizar, proponer y experimentar estrategias y diseños político-administrativos innovadores, para favorecer la emergencia y el descubrimiento de nuevas soluciones a problemas públicos siempre más complejos. Al mismo tiempo, son espacios y prácticas que facilitan la apropiación social del conocimiento por su énfasis en la importancia de la participación e empoderamiento de las poblaciones (los involucrados) en los procesos político-administrativos desde una perspectiva transdisciplinar. En particular, se busca favorecer soluciones innovadoras partiendo de los puntos de vista de los mismos usuarios (investigación centrada en el usuario/ciudadano). Generalmente, estos espacios usan el potencial existente en las tecnologías digitales (TIC) para facilitar tanto la participación de diversos actores como una circulación y transmisión más horizontal y democrática de la información y del conocimiento.
Eso implica el diseño de una nueva institucionalidad pública para la gobernanza de los asuntos públicos. A la postre, estas acciones públicas serán más legítimas, efectivas y democráticas porque basadas en la acción colaborativa (Estado-academia-sociedad civil-empresas) de los actores involucrados y en la diversidad y mestizaje de los saberes existentes. Adicionalmente, la gobernanza genera incentivos para el desarrollo y consolidación de una cultura política basada en la negociación, el compromiso, la confianza y el respeto mutuos en reemplazo de las relaciones de fuerza, de competencia y de desconfianza hacia el otro. En este contexto, la academia, y en particular las ciencias sociales, pueden aportar su experticia por sus conocimientos y metodologías en investigación social para orientar y garantizar la legitimidad de los procesos deliberativos públicos (p.e. Conferencia de consenso, jurado ciudadanos, metodologías participativas, etc.).
En este sentido, hay que entender el concepto de laboratorio más como un escenario de construcción de conocimientos y saberes, y como fuente de innovación (un “innovatorio”), que como un mero espacio físico. Se pretende así experimentar y definir nuevos procesos y diseños político-administrativos colaborativos para una formulación, implementación o evaluación más efectiva de las acciones públicas. Se espera así incidir positivamente en el desempeño de los gobiernos y de las administraciones públicas nacionales y territoriales para una gobernanza democrática.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”. 

Foto de  Christopher Burns en Unsplash


“La universidad como aglutinante del tejido social, ante los nuevos desafíos que demanda la inclusión, equidad e igualdad social” por Adolfo Marchesini y Jerónimo E. Formica

Autores: D.G. Adolfo Marchesini – D.I. Jerónimo E. Formica

Centro de Innovación y Desarrollo (CID). Facultad de Artes y Diseño. Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza. Argenina

Desde la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) de la ciudad de Mendoza, Argentina, reconocemos más que nunca, en estos momentos que la realidad mundial cambió, los conceptos de inclusión, equidad e igualdad de oportunidades cobran aún mayor significado. Momentos en los que la sociedad expone más visiblemente las diferencias de acceso a las necesidades básicas y aquellas otras que permiten garantizar los derechos a la salud, educación y al sostén económico de sus individuos.

Ante un nuevo escenario cambiante e incierto, creemos que el rol de la educación pública deberá fortalecer vínculos entre los diferentes actores de nuestro tejido social, asegurando la inclusión e igualdad de oportunidades para nuestros estudiantes y docentes. Este cambio de expectativas deberá considerar a esta práctica de la enseñanza aprendizaje adecuada a las circunstancias, teniendo en cuenta sus posibilidades tecnológicas, su situación social, familiar y de hábitat.

EL reto actual, en donde las universidades deberán reajustar sus perspectivas y estar atentos a los cambios de los escenarios que nos proponen estos nuevos paradigmas de reflexión sobre qué modo y con qué métodos se deben enfrentar estos desafíos que nos presenta la pandemia mundial y nuestra realidad económica regional donde la desigualdad y la pobreza aumentaron en forma significativa desde la década del 90 hasta nuestros días.

Ante esta realidad contextual nos hace repensar constantemente el rol de la universidad como parte de ese ecosistema, un rol mucho más participativo integrador con el medio regional, pasar a ser el referente en crear espacios y proyectos centrados en la innovación social de esa comunidad y su desarrollo. 

Un desarrollo pensado como parte del proceso que establece e interrelaciona la formación de capacidades económicas, sociales y culturales que permiten al individuo, como parte de una sociedad o institución, evolucionar en el sentido de una concepción mental previa sobre su futuro. El logro de un objetivo tan amplio y complejo como es el desarrollo territorial requiere, de la implicación de toda la comunidad, tanto en su concreción como en la previa realización de su planteamiento. Estos acuerdos deben darse desde una postura consensuada entre la universidad, los sectores productivos, organizaciones sociales, el Estado e integrantes de los territorios cercanos. Por ello, para que las universidades puedan hacer frente a estos nuevos desafíos de inclusión, equidad e igualdad de oportunidades en nuestro tejido social, deben aportar aún más aumentando el vínculo interinstitucional, creando espacios mutuos de exploración e innovación social, fuertemente enfocados en el desarrollo territorial. La FAD, cuenta con su Centro de Innovación y Desarrollo (CID), recientemente creado, como parte del Plan Estratégico Institucional, Tecnológico y de Innovación de la Universidad. Este Centro busca vincular, la academia con las realidades sociales regionales; afianzando este rol social participativo que debe tener hoy en día la universidad en una región determinada.  

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de  Elyssa Fahndrich en Unsplash


“Plan de conocimiento abierto de la UOC” por Pastora Martínez Samper

Pastora Martínez Samper no hace llegar un texto perteneciente a la tesis de la introducción del Plan de conocimiento abierto de la UOC: 

“Nos encontramos ante unos retos globales de nuevas dimensiones, la mayoría relacionados entre sí y recogidos en gran parte en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. La Agenda 2030 define 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y 169 metas específicas que los países deberán tomar como referencia para conseguir un mundo sostenible desde ahora hasta 2030 (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2015). Para contribuir a la consecución de la Agenda 2030, el conocimiento es uno de los elementos clave. Conocimiento generado gracias al pensamiento y la investigación. Conocimiento que hace crecer a las personas por medio del aprendizaje. Conocimiento que es transferido a comunidades y entidades. Conocimiento con el que cada cual, desde su actuación individual y colectiva, contribuye a un futuro más sostenible. Las universidades, como espacios de generación, transformación, evolución y transferencia de conocimiento, tanto mediante la investigación y la innovación como mediante la formación, desempeñan, por lo tanto, un papel primordial a la hora de contribuir al desarrollo sostenible. De hecho, por primera vez en una agenda política internacional, se reconoce y se exige la necesaria contribución de las instituciones de educación superior para avanzar en el camino de la sostenibilidad global. Y no solo eso: son espacios privilegiados y únicos para hacer avanzar el conocimiento y para hacer progresar a nuestras sociedades. Sin embargo, actualmente nos encontramos con diferentes obstáculos que impiden sumar y compartir conocimiento con eficiencia y eficacia. Uno de los obstáculos principales es la dificultad para acceder a gran parte del conocimiento, ya que de una manera u otra está «cerrado» y no circula libremente. Esto tiene unos efectos importantes sobre la calidad y la eficiencia de la producción y la transferencia de conocimiento, ya que cuanto más abiertas son la creación y la transferencia de conocimiento, más posibilidades se generan de enriquecerlo y consolidarlo. Por otra parte, el conocimiento está en todas partes, tanto en individuos como en colectivos e instituciones no académicas, pero son escasos los mecanismos de los que disponemos para reunir y conectar este conocimiento. Así pues, cada vez son más las muestras que denotan la necesidad creciente de renovar el sistema de generación y transferencia de conocimiento para dotarlo de más legitimidad a la hora de transformarlo en un sistema más poroso y participativo.” 

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de  @plqml // felipe pelaquim en Unsplash


“Trabajando contra la desinformación por más ciudadanía para el desarrollo sostenible” por Jacqueline Oyarce

Autora: Jacqueline Oyarce

MediaLab UNMSM- Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú)

El cambio y la evolución tecnológica es una megatendencia que se expresa en un conjunto de transformaciones, tales como y principalmente la digital, que es transversal, pero también comprende otros entornos como la automatización, la tecnología cloud computing (nube), la robótica avanzada, algoritmización, el desarrollo sostenible, por citar algunas. Éstas y otras tecnologías tienen impactos masivos en todos los ámbitos de la actividad humana. A todo esto se suma, la expansión de los datos masivos (big data), la inteligencia artificial, el internet de las cosas y el fenómeno de la desinformación, todo lo cual configura una nueva industria 4.0 o la “Cuarta revolución industrial” como indican algunos expertos. Por ello, las instituciones públicas y el tejido empresarial pasando por organizaciones de noticias en donde el usuario, cliente o ciudadano es el centro de este nuevo ecosistema que tiene que ver con la innovación necesita disponer de periodismo veraz, de calidad y con las fuentes debidamente contrastadas. Es, en todo caso, el derecho de las personas a estar bien informadas. Y no solo eso, sino también a participar de manera crítica en la selección de información que consume.

En este sentido, en el Perú, y específicamente en el MediaLab UNMSM, queremos aprovechar al máximo las posibilidades que ofrecen estas tecnologías y temas, con el fin de garantizar que ésta se ponga a la entera disposición de la humanidad, lo cual conlleva el respeto irrestricto de la dignidad humana y la realización universal de los derechos humanos. Por ende, la urgente necesidad de reflexionar colectivamente en torno a un marco o plan de alfabetización tecnológica e innovadora, como reto fundamental de las universidades de este siglo.
En esta alfabetización se contemplaría, básicamente, el relacionamiento con el aprendizaje e-learning desde una perspectiva innovadora. Que pueda sostenerse en las propuestas de investigación que se desarrollen desde la Academia. Una propuesta que nazca, o que tenga como base, en un real diagnóstico de las necesidades de cada país en que este proceso surja. Que esta alfabetización conduzca a asumir tareas propias del ámbito de la comunicación social y específicamente de la producción de información desde el periodismo y que ponga énfasis en el análisis de los tipos de comportamiento que está generando la desinformación. Asimismo insistimos en la necesidad de vincular el trabajo de los investigadores con la realización de tesis de pre y posgrado que reflejen la reflexión y propuestas de los tesistas en torno a los problemas que están afectando a la sociedad actualmente y que la pandemia generada por el Covid 19 ha puesto en la agenda política de las naciones en el ámbito de la salud y la educación principalmente, sectores prioritarios de la Agenda 2030.

Observamos la necesidad de trabajar en torno a la construcción de programas que permitan consolidar una ciudadanía crítica que esté en capacidad de reflexionar en torno a la información que recibe tanto de los medios de comunicación como de las redes sociales, así como de actuar y participar de manera activa en las decisiones políticas que la ciudadanía deba asumir en su momento.

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de Philip Strong en Unsplash


“Las Universidades y los sistemas universales de innovación” por Artur Serra

Autor: Artur Serra

i2cat

Desde i2cat, el centro de investigación de tecnologías de Internet, miembro de CERCA en Catalunya, venimos trabajando en el nuevo concepto de sistemas universales de innovación (Serra, 2018).

Se trata de una hipótesis  que apunta a la posibilidad que en la era digital los actuales sistemas de innovación que tradicionalmente articulan la producción de  conocimiento en forma de I+D+i mediante la colaboración entre universidades y centros de investigación académicos, grandes empresas y administraciones públicas, puedan abrirse al conjunto de la ciudadanía y al conjunto de territorios, generando un verdadero sistema público de innovación.

Dichos sistemas públicos son los que pueden garantizar una innovación pública, esto es, la destinada prioritariamente a resolver problemas del conjunto de la ciudadania.

En Europa tenemos experiencia en construir sistemas universales. Tras dos guerras mundiales, las fuerzas políticas consensuaron la construcción de sistemas de bienestar social para el conjunto de la población. Los sistemas nacionales de salud fueron sus ejemplos más destacados.

Ahora, en la era digital, estamos entrando en sociedades donde la generación de conocimiento se convierte en un valor decisivo para el futuro de nuestro bienestar y seguramente precisaremos sistemas de generación de conocimiento también universales.

De hecho, ya disponemos de una red de redes que inicialmente fue concebida para la generación y compartición de conocimiento, de investigación e innovación. Se llama Internet. Iniciada en la comunidad de investigación en informática de un país,  paso a paso se fue primero extendiendo al conjunto de la comunidad universitaria a escala internacional y  posteriormente se ha generalizado al conjunto de la ciudadanía.  Internet no es sólo una red de información y comunicación. Es por su arquitectura y desarrollo fundamentalmente una red de investigación e innovación. Desgraciadamente  la inmensa mayoría de sus usuarios no tienen acceso por falta de formación, de organización y de cultura de innovación a dichas funcionalidades.

Este es la nueva brecha digital: no tanto el acceso a la red, sino el acceso a los sistemas de investigación e innovación construidos sobre dicha red y gracias a dicha red.

Las universidades pueden tener ahora un rol clave en la apertura de esos sistemas de I+D+i al conjunto de la población. De hecho llegan con un poco de retraso. El proceso ya esta en marcha. En los ultima década la generalización de diversas formas de laboratorios ciudadanos (living labs, fablabs, social labs, organizaciones de ciencia ciudadana…) han apuntado a que es posible abrir los sistemas de innovación a la ciudadania mediante la  denominada Cuádruple Hélice y, mas aún, al conjunto de territorios, lo que podríamos denominar la Quíntuple Hélice.

En esa labor de transformar las universidades en actores de los nuevos sistemas  de innovación, no están solas.  Cada vez más, otras instituciones públicas se están sumando a esta tendencia. Institutos y escuelas de formación profesional también están abriéndose a la innovación (programa InnovaFP en Catalunya). Las administraciones públicas locales, ayuntamientos, diputaciones, autoridades metropolitanas, paso a paso, empiezan a crear responsables de innovación en sus organigramas. Los propios gobiernos cambian los think tank de expertos  por “policy labs” abiertos a la ciudadanía para actualizar sus políticas públicas. La sociedad digital puede ser un gran colaboratorio o lab de labs.

¿Cómo organizar esos nuevos sistemas de innovación públicos y qué rol pueden jugar las universidades? El proyecto Col.laboratori CatSud que estamos desarrollando entre la Conselleria de Politiques Digitals de la Generalitat, la Fundación i2cat, la Universitat Rovira i Virgili, un conjunto de labs ciudadanos como Coebrelab de Ribera d’Ebre o el Fablab de Amposta y el CRIT, el Centre de Recerca i Innovació para la Formació Profesional situado en la antigua Universidad Laboral de Tarragona, es un prototipo que puede ayudar a visualizar cómo implicar a diferentes niveles los actores que pueden constituir esa nueva estructura. Hemos iniciado una primera fase en octubre del 2019 que ahora culmina en junio del 2020.

Nos hemos inspirado inicialmente en los sistema universales de salud. En dicho sistema los hospitales universitarios ocupan el nivel especializado. En nuestro modelo, sería el rol de las universidades (URV) y otros centros de investigación pública (i2cat). Pero estos hospitales especializados solo ocupan una función determinada. No pueden cubrir  todo el territorio ni a toda la población. El sistema se apoya en otros actores públicos que están ya generando procesos de innovación a diferentes niveles, como son los hospitales comarcales o locales. En nuestro modelo, esa función la podrían desarrollar los laboratorios y programas de innovación en institutos de secundaria y en los ciclos de grado superior de FP, así como los labs locales en ciudades o comarcas (CoebreLab, Reus Ciutat Savia, Fablab de Terres de L’Ebre…). Finalmente los CAPs, o Centros de Atenció Primaria atienden el día a día de las consultas ciudadanas. De la misma forma, los telecentros, comunidades de makers o de ciencia ciudadana (Punt TIC, Makers Terres de l’Ebre)  introducen al público en general  a la cultura de innovación. Entre todos estos actores estamos configurando el Colab CatSud.  Entendemos los colaboratorios como esos labs de labs, nuevas estructuras sociales y digitales de innovación abierta y inclusiva, un nuevo servicio público de las sociedades del conocimiento.

Referencias

Serra, A. (2014). ¿Es posible un sistema universal de innovación?” Dossier Ciència Ciudadana. Barcelona Metrópolis. Nº93. https://www.barcelona.cat/bcnmetropolis/2007-2017/es/author/arturserra/

Serra, A. (2018). “Citizen labs: basis for universal innovation ecosystems”.In Depth: Citizen Labs. SPOKE, nº 45. October 2018. Journal  of ECSITE, European Network of Science Centers and Museums. https://www.ecsite.eu/activities-and-services/news-and-publications/digital-spokes/issue-45

Artículo enviado como contribución al “Manifiesto de innovación pública desde las universidades”.

Foto de  Chris Barbalis en Unsplash


“Expandir la universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia. Ideas hacia un modelo híbrido post-pandemia” por Hugo Pardo y Cristóbal Cobo

Se ha publicado el libro “Expandir la universidad más allá de la enseñanza remota de emergencia. Ideas hacia un modelo híbrido post-pandemia” de Hugo Pardo y Cristóbal Cobo.  Incluimos unas líneas introductorias de los autores:

Hace casi 20 años estábamos cursando juntos el doctorado en la Universitat Autònoma de Barcelona. Si bien no existían Zoom, WhatsApp, iPhone o Facebook, el conocimiento ya se distribuía a través de los circuitos digitales. Manuel Castells ya había escrito su famosa trilogía sobre la Sociedad Red. Las bibliotecas eran digitales y cada vez más los documentos científicos se socializaban a través de correos electrónicos y chats. Sin embargo, en esa época cada vez que el clima se ponía inclemente, era habitual que la universidad nos avisara que se suspendían las clases y cualquier otra actividad en el campus y que era necesario regresar a casa. Internet era distinto al de hoy pero en su esencia ya ofrecía una enorme cantidad de los servicios que hoy día están disponibles. Si lo pensamos, no tenía sentido suspender las
clases sabiendo que existía un acervo digital infinito de conocimiento que podía utilizarse para promover la reflexión, la formación, el intercambio y la discusión científica. 20 años después, contamos con una red digital más sofisticada (y también con una gran cantidad
de distractores). Muchas universidades siguen sin poder adaptarse frente a las restricciones que imponen las inclemencias sanitarias actuales para enseñar de manera remota. ¿Cuáles fueron las oportunidades perdidas en estas dos décadas? ¿Qué acciones habrá que tomar para que este rezago no se mantenga?

La educación superior tiene un sesgo o quizás una suerte de debilidad por defender el pasado, por perpetuar lo que existe, por ponerse al margen de las transformaciones (de ahí el nombre de claustro). Por ello, no es fácil analizar el escenario actual de la pandemia, ya que es una transición inconclusa. De todos modos parece una oportunidad difícil de repetir. Es por esta razón que resulta tan importante abrir el horizonte más allá del presente inmediato. Este ensayo no ha sido pensado como un recetario sino como una forma de pensar en posibles rutas de navegación; brújulas y no mapas. En esta línea, compartimos diez situaciones, sugerencias conceptuales y de prácticas específicas -con la mirada puesta más allá del confinamiento académico- para que las universidades resignifiquen definitivamente su relación con el aprendizaje a distancia. Hugo y Cristóbal han pensado este libro desde la perspectiva docente, desde las necesidades de los estudiantes y también desde los gestores. Señalando ideas y soluciones para comenzar a ejecutar desde el segundo semestre de 2020.

Entre las medidas que se proponen destacamos estas que pueden tener una relación directa con la motivación del manifiesto:

PARA DOCENTES Y ESTUDIANTES

1. #edtech: esfuerzo de apropiación docente + gestión adecuada de la privacidad y los datos del estudiante + accesibilidad.
2. Producción de contenidos académicos. Del PDF a las narrativas multimedia expandidas y líquidas.
3. De la calificación sancionadora a la autoevaluación permanente. ¿Cómo mantener la tensión y agregarle bienestar dentro de una cultura de confianza?
4. Individualismo en red. Complementar los certificados con una estrategia de diseño de redes significativas para posicionarse en el mercado de trabajo.

PARA GESTORES (1). La interfaz CAMPUS.

5. Pensar la universidad como una comunidad. La dependencia desmedida de las asignaturas, del espacio físico del aula y de las sesiones teóricas.
6. La vida en el campus. De los tres años de presencialidad obligatoria a la reinvención holística.

PARA GESTORES (2). La apropiación tecnológica.

7. El acceso al hardware, el software y la conectividad en la expansión digital del campus. Evitar las brechas digitales.
8. Universidades promoviendo sinergias y sociedades específicas con startups educativas.
9. La analítica del aprendizaje. Mejor información para universidades más inteligentes.
10. Inteligencia artificial al servicio de las universidades (y no de las corporaciones de datos).

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